La COVID-19 ha dado un renovado impulso a las prácticas familiarmente responsables, proporcionando un espaldarazo a favor de la flexibilidad laboral, y demostrando a la empresa la factibilidad del teletrabajo.
Por Mariela García Rojas. 16 octubre, 2020.
Se ha reflexionado, escrito y debatido bastante, en relación con la importancia y a las ventajas de una adecuada integración de la vida familiar y laboral de las personas y el papel que, en torno a este objetivo, están llamados a desempeñar, el interesado, la empresa, la sociedad y el gobierno.
La COVID-19 ha dado un renovado impulso a las prácticas familiarmente responsables, proporcionando un espaldarazo a favor de la flexibilidad laboral, y demostrando a la empresa, por la vía de los hechos, la factibilidad del teletrabajo. Buenas prácticas y mejores políticas han surgido al respecto y seguirán sumándose. También vienen, como diría un recordado eslogan.
Algunos hubieran deseado que esta visión surja de adentro hacia afuera y no al revés. A la empresa no le ha quedado otra: ha debido adaptarse y aceptar las leyes del entorno y los mandatos del confinamiento. Una cuestión interesante será cómo va a conducirse, en escenarios futuros, frente a una pandemia más controlada o ante el retorno a la anterior normalidad. Menuda labor de reflexión y de decisión, ojalá planificada. Las instituciones tienen entre manos la oportunidad de continuar alineando unas, o reajustando otras, la coherencia entre el curso y el discurso de su misión corporativa.
Habrá que recomendarles no dejar para mañana lo que pueden hacer hoy, recapacitar, decidir y ejecutar. Estos ocho meses y los siguientes exigen evaluar las futuras medidas a adoptar y hacerlo con responsabilidad, sin perder de vista el logro de objetivos económicos, sociales y éticos propios de culturas empresariales de excelencia; experiencias que hoy reclaman mayor protagonismo y atención. A mal tiempo buena cara; y al buen tiempo tanto más. Cada uno de nosotros somos responsables de la edificación de mejores tiempos para todos.
Investigaciones acerca del bienestar laboral y familiar tanto del trabajador económicamente activo, como de los accionistas, empleadores, de la sociedad en general, pero también de aquellas personas que trabajan sin salario (trabajo no remunerado) en el ámbito doméstico, estudian y miden la correlación entre variables tales como: estrés, ansiedad, productividad, motivación, teletrabajo, empleo y satisfacción, por mencionar solo algunos.
Una cuestión distinta, que exigirá mención aparte, es la que también nos ha trazado el contexto actual sin consulta previa: la armonía de la vida familiar y del trabajo doméstico (no el extra doméstico). Aquí los extras sobran, la interpelación es directa y totalmente nominal. También viene.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.